La Habana

Llegar a La Habana es llegar a una ciudad cultural, gastronómica y por sobre todo MÁGICA.

En ella ves plasmada su historia, con cada cubano que te cruzas sabe todo de su país, su ciudad, te lo trasmiten con amor y con verdad. Una ciudad antigua, quedada en el tiempo pero no por eso menos pintoresca y encantada. Su callecitas, ideales para perderse, son divinas para fotografiar. Vestidas con edificios antiguos y coloridos, habitadas por cubanos y circuladas por autos de 1900, de esos que parecen de las historias de películas.

Fuimos en pleno enero, en teoría su invierno. Pasamos días de calor, bastante pesados porque no parábamos de caminar y conocer.

La comida cubana es super rica, y hay muchas cosas para probar; usan mucho arroz, patacones (son plátanos fritos de diversas formas), carne, cerdo y pescados. Tienen dos bebidas características el Mojito (limón, yerba buena, ron, azúcar y agua con gas) y el Daikiri de Limón (bebida frappe con limón y ron); el ron mas conocido es El Havana, pero hay otros. La venta de estas bebidas las encontras por todas partes. Cuando fuimos a visitar la ultima casa del Che que quedaba en el Morro (parque Militar, al otro lado del mar, donde están los cañones y uno puede apreciar  en encontramos un puestito de Mojitos en plena vereda, te los preparaban en el acto y eran ideales para refrescarte del calor.

El Casco Antiguo de La Habana, es mágico. Recorrerlo y perderte en sus callecitas es encantador. Decidimos parar en El Floridita a almorzar, el ambiente encantador; Jazz en vivo, unos Daikiris Frappe (la especialidad de la casa, donde Ernest Hemingway pasaba sus tardes disfrutando de uno).

Luego decidimos pedirle a un bici taxi que nos de un recorrido por lo que seria el casco Antiguo, este es uno de los tantos medios de trasporte que te ofrece La Havana. A mi particularmente me encantaba porque íbamos hablando con los conductores, te van mostrando los lugares turísticos y vas compartiendo con ellos un momento, conociendo su cultura y adentrándote a Cuba.

La plazoleta donde se encuentra la iglesia San Francisco, fue uno de los lugares que mas me gusto. Tenia un estilo europeo, había unos hoteles boutique y se podía uno sentar a disfrutar una limonadas o tragos para pasar el calor. Ademas, estando por ahí no dejamos de pasar y probar los mejores Mojitos de cuba, nada mas y nada menos, que en La Bodeguita del Medio; otro de los lugares favoritos de Hemingway. Cuando vas a una de las Bodeguitas, la original es la de cuba, es obligatorio que firmes las paredes dejando el país de donde vienes y el año que la visitaste (algo super cómico que me pasó es que unos amigos fueron unos meses después que nosotras y se sacaron una foto justo donde salia nuestra firmas). En la Bodeguita tenes dos sistemas, tomarte unos tragos en el Bar o pasar al área de restaurante, ambos recomendados. En el resto disfrutamos de una música en vivo divina.

Llegada la noche, nos fuimos al Hotel Nacional, uno de los otros obligatorios de Cuba. El hotel por donde lo mires DIVINO!! Ahí disfrutamos de un show en vivo, al estilo Tropicana. Particularmente a mi no me gusto tanto, es una cena show. Pero era algo que había que ver.

Al día siguiente contratamos un auto antiguo que nos llevo a recorrer lo que seria el Morro, la casa del Che Guevara, pasando por el Malecón y finalizando en una Fabrica de Arte; una especie de galpón lleno de puestos de arte de todo tipo. Compramos souvenirs y los típicos cuadritos cubanos de 10×10 que todos murieron cuando los recibieron de regalo. No dejamos de probar los cocos frios y ver mas de la cultura de esta ciudad divina.

       

Luego nos tomamos un coco taxi y recorrimos un poco mas de la ciudad, fuimos al barrio chino y ademas a la fabrica de habanos para comprar otros souvenirs.

En síntesis con 2 o 3 días basta para La Habana, sus medios de transporte, cultura y gastronomía. A mi particularmente me gusto bastante. Y recomiendo que no dejen de conocerla.