Una de las decisiones más difíciles que uno toma, pero la más gratificante. Tras la rutina del día a día, uno se encuentra entre la encrucijada estoy bien, feliz, gano lo suficiente (cuasi sin inspiraciones de crecimiento), veo a mis amigos, salgo, tengo una buena vida y la paso bien (LA LLAMADA ZONA DE CONFORT).

Por otro lado, siempre tenemos inspiraciones/aspiraciones, por lo tanto soñar despierto en muchas oportunidades se hace fácil. Pero la pregunta es qué estamos dispuestos a dar o hacer para conseguir eso que tanto anhelamos? Cuánto sacrificio haremos o que dejaremos de lado, por algo que siempre quisimos?.
Cuando uno lee esto, suena bastante determinante y hasta cruel. Sacrificio? Por qué uno tendría que sacrificar algo para obtener algo mejor. La palabra sacrificio nos hace sentir como pérdida, como entregar algo que no queremos soltar.

Pero que pasa, si lo que viene que creíamos que era lo mejor, supera las expectativas y por miedo a no perder el presente y las comodidades vivimos con la eterna duda, y créanme que nunca va a existir una peor que, qué hubiera pasado si yo hubiera hecho eso?.

Yo les contesto, NADA. Tal como dicen las 4 leyes de la espiritualidad de Deepack Chopra (algo que no me canso de leer y que es mi estribillo y bis de cada día) “lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido” nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podrías haber sido de otra manera. No existe el: “si hubiera hecho tal cosa… hubiera sucedido tal otra.” No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado (…)
Poniéndotelo así, es ahí cuando se incrementan más tu ganas de crecer o salir de tu zona de confort, pero pasada esta línea y luego de una visita a tus amigos te olvidás y retomás “pero si estoy tan bien, feliz y cómodo” por qué estoy haciendo tal o cual cosa?

No hay peor segunda palabra que cómodo, si la primera peor palabra en mi vida y para mi gusto es “PERO” y luego de esto la palabra comodidad pasa al puesto #2.
Pero llega un día; si acá es una de las pocas veces que me gusta la palabra pero; y tomás la decisión de hacer un cambio en tu vida. Un cambio abrupto y radical, sin temor o mejor dicho con mucho miedo. Con ganas de cambiar tu vida, de darle un sacudón.
Muchas veces esos sacudones que entre la adrenalina que producen y las ansias del cambio nos hacen temblar.

Hoy, escribiendo esto en medio de la nada misma o de una Montaña llamada Santa María a las orillas de dos volcanes, puedo decir que vivo esa decisión que tomé, ese cambio y sacrificio de estar lejos de casa, de tenerlos cerca a todos mediante whatsapp o alguna red social, de levantarme y no tener las comodidades de mi casa o las cosas a mi manera. De repente tener un dolor de estómago crucial, de esos que solo queres quedarte en cama y que traigan remedios, pero no hay nadie que haga eso. De no tener mi propio auto y pasar a andar en diferentes medios de transporte (algunos compartidos). De que si no tengo wifi no puedo hablar con los de allá y sentirme más en casa. Si todo eso me pasa, que si no empaqué lo justo para el frío o el calor y bueno me las tendré que arreglar. Esas son algunas de las pocas cosas que me acuerdo y que siento de repente. Obvio que las ausencias o lejanías son las peores, pero a cambio de qué?

Y bueno a cambio de andar de aquí para allá, por donde quiero. Levantarme a las 5 am, no por obligación de cumplir un horario sino porque en el país en el que estoy hay 3 horas de diferencia con el mío y a esa hora acostumbraba a levantarme. A que mi oficina a veces suele ser un café con wifi, otras una terraza con un volcán de fondo, a veces me tomo breaks entre una andanza y otra y sigo trabajando o a veces me interrumpen los del alrededor para preguntarme que hago y se inician charlas y cervezas de cortesía. Cambié todo lo otro para conocer lo nuevo, para ambientarme en otros lugares y conocer al otro, su cultura y su porvenir. Cambié la comodidad de mi casa por camas de constante cambio, algunas mejores otras menos cómodas pero siempre o por ahora una cama para mí y personas que me reciben, hoteles que me hospedan y lo más importante gente que quiere compartir.
Cambié mis días de dieta y gimnasio, siendo que traje mi equipo para salir a correr, para caminar por eternas calles, subir montañas, hacer canopy, ir a ruinas, trepar árboles, estar en contacto con la naturaleza. Probar delicias locales, algunas más culinarias, aprender que de verdad cuando dicen desayuna como Rey, se desayuna como Rey.

A que de repente son las 23 hs y estoy escribiendo pero me siento bien, aunque cansada por el día ajetreado.
Cambié tanto pero por tantas cosas, en estas últimas semanas mi vida sin rumbo a tenidos varios. Siguen pasando cosas distintas, raras, nuevas y tentadoras. Descubrí de mí muchas más virtudes y las vi también en otras personas, me detengo más en escuchar a los otros, en tratar de compartir sin miedo de ser juzgada. En que si quiero hacer o vestir algo diferente a los otros, habrá ojos de espectadores compartiendo lo mío y sonrisas que lo asientan. A que en un café conozco más gente, muchas sin nombre, con quienes comparto historias y momentos.
Lo que cambié y extraño vale la pena, pero sigue presente. Esta mañana caminando justo pensaba y hablaba, como me siento más presente y a mis amigos/familia también que estando con ellos. Sonará loco, pero es real. Desde que viajé no hay un día en el que no deje de hablar con ellos, no paro de compartirles fotos, o a veces me escriben preocupados o con un simple “I miss you”. Es una realidad hermosa pero a la vez que me hace pensar que en el tiempo que estaba allá que mucho perdí y no sé en qué.

Valoro cada instante y cada vivencia, por ahora y no sé con qué varita mágica me tope pero veo todo positivo, o será que así son las cosas que me están pasando. Analizo las cosas, me arriesgo, me conozco y veo mis límites. También comparto, y muchas veces soy solitaria. No juzgo y trato de ser más comprensiva o paciente. Comparto mi cultura, hablo de mis países (Argentina y Paraguay).
Veo otras realidades y cambié mi óptica ante todo. Estoy siendo feliz, capaz más rellenita, o repitiendo una que otra ropa… pero feliz como hace rato no lo fui.
Me encanto! Buen post!
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«Corajuda esta niña» diria mi abuela.
Cuidate mucho donde quiera que estés y sigue persiguiendo tus sueños. 😘
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Gracias eli!! ❤😊
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